ESTILO DE VIDA: VOLVER A SANTIAGO

Después de 6 años viviendo en el sur, una de las primeras cosas de las que me preocupé cuando volvimos con mi marido a Santiago fue de tener muchas plantas en nuestro departamento. Me había acostumbrado al verde y no me podía imaginar vivir en un lugar sin estas fieles compañeras.

He leído en varias partes que las plantas ayudan a tener una mejor calidad de vida. De partida, ayudan a purificar el aire que respiramos, pero también se dice que ayudan a combatir el estrés y que aportan calma y tranquilidad a los hogares. Puedo dar fe de que eso es cierto.

Como trabajo principalmente desde la casa, cada vez que me siento ansiosa o entrampada me voy a la terraza y hago un pequeño arreglín. Sacar hojas secas por acá, transplantar una patilla a otro macetero, regar... ¡Y de verdad ayuda! Es como hacer deporte: uno se despeja y después puedes retomar tus actividades de mucho mejor forma.

Creo que he aprendido bastante de plantas en este tiempo, datos que me gustaría compartir con ustedes a través de este blog. En este post quiero darles el primero y más importante: darles mucho amor. Estoy segura de que las plantas me quieren tanto como yo las quiero a ellas, porque cada vez que me voy de vacaciones, por más que dejo a alguien a cargo de regarlas, cuando vuelvo están muy decaídas. Porque no se trata de algo tan matemático como regarlas en una cierta dosis tantas veces a la semana. Se trata de conectarse con ellas, de tratar de ver qué es lo que necesitan. Por ejemplo, regarlas cuando la tierra está seca, lo que en verano puede ser todos los días o día por medio y en invierno hasta una vez a la semana.

El otro día un amigo apicultor me comentaba que las abejas perciben el estado de ánimo en el que uno anda. Y que había comprobado que cuando andaba apurado o mal genio era mejor ni acercarse a sus colmenas, porque cada vez que lo hacía algo malo pasaba. Con las plantas es parecido. Por eso, si no tienes tiempo o andas de malas mejor déjalo para después. Cada vez que lo he hecho algo malo sucede: se me cae y rompe un macetero, se me quiebra un tallo al tratar de transplantar...

En mi caso, el tener una terraza bonita era como lógico considerando mi aprecio por la naturaleza y mi constante preocupación por mi entorno, lo que implica una serie de otras conductas, como hacer compost con los residuos orgánicos que generamos en la casa, reciclar, andar en bicicleta en vez de en auto o transporte público, etc., cosas de las que también voy a hablar en este blog.

Por mientras, les dejo una foto de una parte de mi terraza, que de seguro iré embelleciendo con nuestros productos de TerrazaChic. ¡Hasta la próxima!

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